Crisis de identidad


Crisis de identidad


Los orígenes nunca se olvidan. Pero si pasamos muchos años en distintos países, ¿a cuál sentiremos que pertenecemos? ¿Con qué cultura estaremos más a gusto? ¿Y sólo por estar cómodos y conocer el idioma, podríamos decir que realmente pertenecemos?

¿O nunca dejas de ser un extranjero?

El fascismo se cura leyendo y el racismo se cura viajando.
—Miguel de Unamuno

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Italia

Llegué al país luego de siete años sin ver a mis parientes italianos. Cada día que comemos dos platos principales (pasta + alguna carne con verduras), con entrada (formaggio + pan) y cerramos con un café (de caffettiera o macchinetta), cada mañana que Giovanni me lleva en auto hasta oficinas repletas de inmigrantes como yo, cada noche que me dicen "tranquila, todo va a salir bien, paciencia"; me acompañan táctica y emocionalmente en este baile en el que me metí: obtener la ciudadania italiana.

En 2019 decidí investigar toda página de internet habida y por haber donde indicaran los pasos y complicaciones para obtener la ciudadanía ius sanguinis. Junté toda la documentación y evalué todas las posibilidades antes de venir. Mis dos nonnos eran italianos, pero es gracias a mi nonna que tengo la oportunidad de serlo yo.

¿No es extraño decir que seré italiana? Si nací en Villa Urquiza, ¿a quién quiero engañar?

Siempre pensé en la parte práctica de adoptar la ciudadanía italiana: vivir en Europa libremente, sin restricciones migratorias y con un abanico de posibilidades que surgen gracias a tener este pasaporte bordó. Pero ahora, que ya soy residente en una pequeña ciudad italiana, que empiezo a conocer su idioma y sus costumbres, que mi nombre aparece en los registros de este país... veo que comienzo sentir cariño. Afecto por un lugar que apenas me es familiar, y que no es aquel en el que nací.

Para mí, la patria siempre fueron los afectos. Si veo la bandera argentina ondear en una embajada en el exterior o escucho el himno nacional y el corazón empieza a latir y la garganta se me cierra, es porque sentir esos símbolos me lleva a pensar en mi casa. En mis padres. En mi familia y en mis amistades. No porque esté dispuesta a morir en una guerra o porque defienda a un gobierno o al otro. Mi amor es hacia las personas importantes de mi vida que viven en ese país.

Y ahora, que en pocos meses juraré ante los símbolos de Italia, pienso en la arbitrariedad de las fronteras y en los sentidos de pertenencia. ¿Cómo se sentirá alguien con doble ciudadanía que vivió en cuatro países diferentes? ¿Sos de todos lados pero también de ninguno?

O simplemente sos un humano en la tierra, intentando encontrar sentido en la vida que te tocó.


Foto del mes

"Duermo en la cantina para no escuchar los ladridos del perro de la vecina". Los problemas de primer mundo que se publican en el diario local.


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Quizás sería más ilustre decir que lo leí en un libro de 3 kilos pero la realidad es que lo comentó uno en Facebook.

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Un video de Johnny Harris. Se pueden activar los subtítulos en inglés y luego traducirlos al español desde las opciones de Youtube.


Gracias por llegar al final de este newsletter. ¡Que tengas un buen fin de semana, Reader!

(Y felices fiestas)

vistiendo palabras

Mi nombre es Romina. Escribo relatos de ficción & no-ficción, crónicas y artículos. Coqueteo con el periodismo y la literatura. Amo los días nublados y el café.

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