Y se sintió bien.
Lo cierto es que tomé este trabajo porque necesitaba el dinero. Hice lo posible por maximizar el uso de mis ahorros durante seis, siete meses. Apenas tuve mis documentos, empecé a enviar curriculums a todas partes, desesperada. No me llamaron de ningún lado hasta que sonó el teléfono de parte de… spaghetti vongole —digamos, para mantener el anonimato. Acepté trabajar ahí y tres días después me llamaron de cinco lugares más. Lamenté el timing pero bueno, ya había asumido un compromiso.
Lo que aprendí en estos meses trabajando con spaghetti vongole:
Al principio quería seguir hasta el final del contrato sin importar lo que pase o qué tan difícil se haga el día a día, porque pensaba que eso era lo mejor que podía hacer para mí misma. Soportarlo y terminar. No me imaginé tomando una decisión como esta, yéndome un mes antes. Pero a veces alcanzamos un límite, donde vemos el camino muy claro. Es lo que tiene que pasar, lo que necesitas, y de repente te inunda una sensación de seguridad absoluta.
Eso sí, no sé a dónde voy. No sé cuánto tiempo pasará hasta que encuentre otro trabajo y aún menos, no sé cuándo llegaré estar en un lugar donde pueda decir que me gusta, que lo disfruto. Creo que en el medio no queda más que seguir recorriendo y probando.
A lo que se redujo mi alimentación. Sin olvidar la pasta al pesto, por supuesto.
→ La pieza del rompecabezas
Escribí un artículo en el blog hablando sobre mis últimas semanas de rutina y reflexión.
→ Experiencia Ciudadanía italiana en Italia
No vine a este país azarosamente. Es quizás por eso que aún tengo ganas salir a buscar un lugar que pueda llamar mi nuevo hogar. Esta es la guía de cómo me convertí en ciudadana europea.
~
Gracias por llegar al final de este newsletter, Reader <3 Have a nice one.
Mi nombre es Romina. Escribo relatos de ficción & no-ficción, crónicas y artículos. Coqueteo con el periodismo y la literatura. Amo los días nublados y el café.
Ayer decidí desintoxicarme Ayer empezó hace más, en realidad. No estoy segura cómo delimitar la transición, pero lo cierto es que una cosa llevó a otra y acá me encuentro. Respirando un poco mejor, sintiéndome más liviana. Cuando tenía unos 22 años, allá por el 2019, 2020, andá a saber, tuve una etapa fan-obsesionada-enferma con el minimalismo. Llegué a borrar muchas aplicaciones, incluso a cerrar cuentas en redes sociales, porque el peso que ocupaban en mi mente era muchísimo más grande que...
Desaparecida por dos años No tengo muy claro aún si esta es una carta a mi misma, justificando mi ausencia para con el teclado, o más bien, un saludo muy grande a vos que te estás tomando el tiempo de leer. Quizás ahí está el punto de la escritura, contarle una historia a alguien que entretenga por algunos minutos pero que también deje salir algo que el autor vino cultivando por mucho, mucho tiempo. Hace dos años me mudé a Amsterdam. La ciudad me consumió, de la mejor forma posible. Siento...
Punto final El pasado agosto, septiembre y octubre fueron cruciales. Anecdóticos, también diría. Hasta el día de hoy, con mi amiga M., citamos esos meses como el verano, donde fumábamos cigarrillos en cada pausa que encontrábamos y nos quedábamos a tomar alcohol en el bar después del trabajo. Casi todos los días. Fue divertido en la superficie, pero con el pasar de las semanas se convirtió en un disfraz para las verdaderas cosas que a ambas nos estaban atormentando. Un cinco de agosto, mi...